Me adentraría en las inexpugnables raíces de su cabello.
Exploraría la noche constante en su melena.
Entraría sin rumbo en ese bosque,
perderme en sueños de rosas y veranos.
Pero cuidado con sus garras:
están clavadas firmemente en el corazón de la tierra,
en la mismísima médula de la vida salvaje.
No escaparía sin heridas.
¿Y quién querría salir indemne de semejante laberinto?
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