Mamá
he matado a un hombre.
Se escondía entre notas de piano
y cuadernos.
Puso mi arma contra su cabeza,
me pidió que apretase el gatillo.
No tuvo miedo,
no se lamentó,
no clamó misericordia.
Mamá,
su vida acabó
y la mía acaba de empezar.
No ha sido el primero.
He matado ya muchos hombres
en mí.
La primera vez dolió,
ahora es sólo una hoja más
del calendario.
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