Pregúntale a esos nubarrones
de los que nunca volviste
del todo
porqué todos tus caminos
se interrumpen
en acantilados.
Pregúntale al Síndrome de Korsakov
porqué te dejaron
por improbable.
Siempre te gustaron las cosas difíciles,
pero claro,
siempre es difícil
salir de ti sin preguntas
de insomnio.
Pero es que a mí
siempre me gustaron
las princesas arrabaleras
que saben kung fu
y te arrancan de una patada
toda la cobardía
y ya de paso
toda la compasión.
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