El ácido
siempre ha sido un dulce corrosivo.
De peras a limones
siempre los limones
(con el vermú de aperitivo)
y las naranjas de zumo
aunque las peras también.
El hábito frutívoro no me conduce
no obstante a las bayas (vaya):
pequeños frutos
que no llegan a frutas
con más veneno que una serpiente vieja
y menos carne que una lenteja
déjalas tranquilas:
que sigan viviendo la vida
de las peras y los limones
sin tener su dulzor ni su ácido,
ni chicha ni limoná.
Ni ná.
Déjalas en su árbol,
colgando,
expeliendo ponzoña,
(joroña que joroña)
que eso les jode.
Dedicado a mi dulce ácida May Ríos.
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