Caminaba con gracia,
con un armonioso balanceo,
mimando la acera con sus pies.
Hermosos hombros,
cadera bien torneada,
las piernas bonitas
sin ser perfectas
y una larga coleta negra
que bailaba a su compás.
Desapareció tras una esquina
y sin solución de continuidad
apareció enseguida
una anciana encorvada
arrastrando su carga de años.
A veces el azar es malicioso.
y sus guiños son crueles.
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