Con la rabia y el resabio
del que siempre pierde
el abuelo leyó en la cartilla de racionamiento
que nunca habría libertad en su tierra.
"Nuestra libertad termina
donde acaban sus colmillos."
Nunca terminan de masticar.
Al abuelo no se le permitió soñar.
Los nietos
esconden las azadas
por temor a los cuchillos.
Donde los colmillos gotean sangre
la sed es subversiva
y el hambriento hereje.
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