Tristes poemas malos
de malos poetas tristes
(a veces yo, a veces tú):
traed vuestros cigarrillos en la madrugada,
vuestros junios que parecen septiembres,
vuestros domingos lluviosos.
Traed las cenizas
(qué digo cenizas,
¡pavesas!)
de aquel fuego extinto
y vuestro silente grito
en la más rugiente soledad.
Y que la lluvia se apañe con el fuego
y el rugido con el silencio
(a ver qué pasa)
y de paso se apaguen los cigarrillos
con las parsimoniosas gotas
y que junio septembree en agosto.
Y que mayo marcee si le apetece.
Traed vuestros poemas,
malos poetas
(a veces yo también)
y que se conozcan un poco,
que rompan el hielo
(de sus palabras),
a ver si se conocen
y follan entre ellos
(entre folios y follajes)
y que los poemas
tengan poemines
y poeminas
y así, exhaustos y felices
más maduros
pero mejores,
se vayan juntos
de la mano
a tomar por culo.
Y aquí Paz y después Gloria.
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