Parecía una persona normal.
Saludaba en el ascensor,
era amable y tranquila...
Quién iba a pensar
que por las noches su personalidad
se desquiciaba,
que derramaba tinta inocente
hasta llegar al extremo de apuñalar la soledad
con su bolígrafo.
Con cierta gente nunca se sabe.
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