La mecánica cuántica,
con sus entrelazamientos
y superposiciones
es una cosa extraña.
La paradoja del gato de Schrödinger
es una cosa extrañísima.
El universo es una cosa extraña,
con sus incontables soles y planetas,
galaxias, nebulosas, agujeros negros,
púlsars, el fondo cósmico de microondas...
Que todos seamos descendientes
de un mismo microbio ancestral
venido de no se sabe dónde
es digno de admiración
y es cosa extraña.
Son cosas extrañas que son cosas bellas.
Pero
que las enseñanzas y preceptos
de convivencia comunitaria
de una nimia sectucha judía
de pastores de cabras
de hace más de dosmil años
hayan desembocado
en algo tan tenebroso,
lúgubre y dañino
como Rouco Valela
y sus compinches...
Eso sí es algo bizarro.
Eso sí me rompe los esquemas.
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