A mediodía
a menudo
rezo por un meteorito gigante
(el más grande que tengan, por favor)
que pueda borrar
la fuente de los telediarios,
lavar la infamia,
la constante violación
de la conciencia
y que el ojo de cristal
de los tarados primates
deje de insultar
a este pobre planeta inocente
infectado
sin remedio.
A menudo rezo
por un clemente apocalipsis,
pero luego me arrepiento.
No soportaría la extinción
de perros y gatos y bacterias.
Pobrecillos.
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