Hoy al salir de casa
el suelo estaba inclinado
cuesta arriba,
con la gente caminando
inclinada,
como si nada.
En la calle
había borregos,
había tiburones,
besugos
y gallinas,
y ardillas y pájaros.
Había una capa
de plomo invisible
sobre todas las cosas.
Había una capa
de óxido
cubriendo a los animales.
Había un aire sólido,
inamovible,
terco y pesado.
Había un telón de acero
tras las ventanas.
Luego, caminando
por calles empinadas
a noventa grados
de mi peso
recordé
que había olvidado
tomar la pastilla
esta mañana.
Esa que hace
que todo parezca normal
a pesar de que todo
siga siendo extraño.
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